Wednesday, June 11, 2008

Manifiesto S.O.S. Tijuana


La guerra contra el tráfico de drogas y el crimen organizado en Tijuana ha producido una situación de barbarie con numerosos costos sociales. La corrupción policíaca y la ineficiencia gubernamental para enfrentar la violencia generan un clima de caos e incertidumbre actualmente en la región noroeste del país, afectando prácticamente todas las actividades productivas y la sana convivencia entre los ciudadanos. Los más variados gremios de la sociedad civil (médicos, abogados, artistas, amas de casa, estudiantes, empresarios, religiosos, etc.) han hecho público su hartazgo y la impotencia a causa de la ineficiencia e impunidad que se viven.
En este escenario de “guerra”, como le han llamado en reiteradas ocasiones tanto el Alcalde de Tijuana como el Gobernador de Baja California, la cultura y sus hacedores han dado la cara por la ciudad fomentando una imagen positiva hacia el exterior, como lo han consignado diversos medios de comunicación y publicaciones prestigiadas desde hace algunos años a la fecha. Por tal motivo, representa una contradicción que localmente los gobiernos intenten contrarrestar la imagen negativa que la violencia genera y, por otra parte, dediquen presupuestos irrisorios a la cultura: una real alternativa para revertir en forma permanente y a largo plazo tan hostil escenario, como se ha demostrado en diversas partes del mundo.
Estamos convencidos que no será con programas y campañas publicitarias huecas como se mejorará la imagen negativa de Tijuana hacia el exterior. Los tijuanenses aceptamos sin prejuicio alguno el pasado y presente de una ciudad contrastante y multifacética, que ofrece ventajas y desventajas por su condición de frontera. Es más, muchos creemos que ahí radica precisamente su fortaleza.
Denunciamos que los abusos de acción y omisión en contra de la ciudadanía y la amenaza del futuro de esta ciudad como un centro laboral, turístico, comercial y cultural, son responsabilidad principalmente de aquellos que debieran garantizar lo contrario. Es evidente que las autoridades de los tres niveles de gobierno están perdiendo la batalla contra el crimen organizado. Las cifras son contundentes: en relación con el año pasado, en el primer cuatrimestre del presente año en Tijuana los crímenes han aumentado 56%, 450% los secuestros, 600% los robos a bancos, según los propios datos de la Secretaría de Seguridad Pública de Baja California.
Hemos llegado, de manera gradual y casi imperceptible, a una situación alarmante nunca antes imaginada, que ha provocado hasta el éxodo de ciudadanos atemorizados o ya víctimas de las lamentables circunstancias. Se promueve en el exterior y con cierta razón, un estado de repudio y alerta de que esta ciudad es un peligro latente para todos los visitantes, minimizándose que existe en Tijuana, por contraparte, un dinámico movimiento cultural y otros aspectos positivos que han puesto en alto el nombre de esta ciudad fronteriza a nivel internacional.
Por ello, levantamos de manera enérgica nuestra voz hasta los más altos niveles de la opinión pública y los foros internacionales, para que mediante los mecanismos existentes se recomiende y presione a las autoridades mexicanas, y se les exija un mayor compromiso para garantizar la seguridad de la población residente y los visitantes en esta zona geográfica del país. Asimismo, para que se comprometan mayores apoyos a la cultura y la educación como estrategias de recomposición del tejido social a largo plazo. ¡Menos discursos y buenos deseos, y más acciones concretas y resultados es lo que demandamos!
El Foro Cultural Ciudadano de Tijuana (FOCUC A. C.), los organismos y la lista de abajo firmantes que acompaña este pronunciamiento, miembros activos de la comunidad cultural de Tijuana, reiteramos nuestro más enérgico reclamo de que las autoridades responsables ofrezcan resultados a la comunidad en un plazo inmediato en materia de seguridad y apoyo a la cultura. También solicitamos que instancias internacionales como la Organización de las Naciones Unidas, Global Exchange, Amnistía Internacional y Human Rights Watch supervisen y presionen, desde sus respectivos ámbitos de competencia, que los gobiernos de los tres niveles atiendan y cumplan con las exigencias que amerita el caso. Además, pedimos la urgente creación de una comisión interpartidista y plural de la Cámara de Diputados para que investigue y explique la inoperancia de los cuerpos policíacos de Baja California en su lucha contra la delincuencia y el crimen organizado.
Por nuestra parte, reiteramos nuestra convicción del valor de la educación, la cultura y las artes como mecanismos para la formación de una sociedad cada vez más civilizada, tolerante y armónica, actualmente en entredicho por las razones en este manifiesto denunciadas.

Atentamente

Foro Cultural Ciudadano de Tijuana (Focuc A. C.)
Tijuana, Baja California, 31 de mayo de 2008

Noticia de un secuestro

TIJUANA BC 9 de mayo de 2008 (AFN)
La familia Enríquez Nishikawa, que recientemente rompió el silencio al narrar el drama vivido por el secuestro de uno de sus miembros, solicitó a AFN difundir su caso, ya que esperan que sea conocido por más personas, de las que pudieron enterarse en una primera instancia.En una extensa carta, uno de los miembros de esta familia, hace una narración de lo que han vivido desde que el 24 de julio de 2007 fue secuestrado Celso Katzuo Enríquez Nishikawa, las noches de vela y terror que han padecido y la furia desataca de los delincuentes, que abrieron fuego contra su familia, al no recibir un tercer pago que exigían. De los hechos últimos, cuando fueron atacados a balazos en su domicilio, el mencionado afirma que se comunicaron al ejército, sin embargo le hicieron múltiples preguntas, pese a que escucharon los disparos, en tanto que elementos municipales sólo se presentaron hasta que les afirmaron que había un cuerpo en las afueras de su hogar.De los policías ministeriales afirman que éstos los escoltaron hasta la línea internacional, para cruzar la frontera, temerosos de volver a ser atacados por la falta del pago, el cual no entregaron porque ya no se les otorgó la llamada “prueba de vida”.Si sonaba el teléfono, si tocaban al timbre, todo ponía la casa en alerta. Pasó Navidad, pasó Año Nuevo y ni una palabra, recuerda el denunciante.“Cada día la expectativa se tornaba en desilusión. Cada día el desaliento se apoderaba de todos. Cada quien llorábamos de miedo por nuestra cuenta, yo donde nadie me viera; mis padres abrazados, no nos mirábamos a los ojos, para no reconocer en el otro lo que estábamos pensando.La casa nunca se quedó sola en esas seis semanas, pensando que en cualquier momento mi hermano podía regresar. Nunca nos perdimos las noticias, todas las versiones, todos los días, todos los periódicos.Preguntamos en Semefo, en hospitales, en la Cruz Roja. Cada noche, en punto de las 20:00 horas, familiares y amigos, rezábamos por mi hermano dondequiera que estuviéramos.”

Texto completo de la carta:
Quiero escribir lo que le sucedió a mi familia. El 24 de julio del 2007 secuestraron a mi hermano Celso Katzuo Enríquez Nishikawa. Él tenía 35 años, era padre de una niña de 4 años, y tenía una familia que lo amaba.Siempre fue un hombre muy recto, trabajador, honrado y cariñoso. Estudió ingeniería cibernética electrónica en Mexicali, tenía su propio negocio de subensamble. Era cinta negra tercer dan en aikido, y segundo de su maestro. Le gustaba andar en moto.Siempre fue una persona dispuesta a ayudar a los que estábamos a su alrededor: Si le llamabas y le pedías algo, desde arreglar la computadora hasta mover un mueble o escuchar tus problemas, él estaba ahí.Nunca le hizo daño a nadie. Fue una persona muy querida por todos quienes lo conocimos.Cuando me dijeron que lo habían secuestrado sentí como que me quitaban el piso. Mi vida y la de mi familia cambió por completo. Fueron 9 meses y 7 días.Esto es lo que recuerdo:Al principio el terror te paraliza, luego te desgasta poco a poco, pierdes la noción de la seguridad, la tranquilidad, la normalidad.Pasas el tiempo pensando ¿pasará calor?, ¿pasará frío, padecerá hambre?, ¿qué comerá?, ¿se podrá bañar?, ¿lo picarán los bichos?, ¿está amarrado?, ¿le pegan? ¿Lo torturan? ¿Tendrá ropa? ¿Usará siempre la misma ropa?... ¡¿Cuándo lo van a soltar?!Y luego las llamadas, las exigencias totalmente irracionales de reunir cantidades imposibles, y la presión de mantener en secreto lo del secuestro bajo la amenaza de matar a mi hermano, mucha presión y tortura sicológica.Tengo en presente el grito de mi mamá cada vez que sonaba el teléfono; la palidez del rostro de mi padre, y el secuestrador con claro acento norteño, insultando, presionando y exigiendo. A veces sonaba tomado o drogado, a veces sólo se mostraba como aburrido mientras decía sin reparo todas las atrocidades que le pensaba hacer a mi hermano, o amenazaba con hacerme daño a mí –su hermana– o venir por mi hijo adolescente.Queríamos oír la voz de mi hermano, queríamos saber que estaba bien; pero cuando nos lo comunicaron fue sólo para que escucháramos cómo lo lastimaban.No hay palabras para describir el terror, no las hay. No son suficientes.Luego, el 9 de noviembre llegó el día del pago. Aparentemente los secuestradores habían aceptado la cantidad que habíamos podido reunir, todos nuestros ahorros, el remate de lo que pudimos vender y los préstamos de todos nuestros familiares y amigos.Seguimos las instrucciones al pie de la letra, el pago lo hizo un ahijado de mi papá a quien estimamos muchísimo y le tenemos toda la confianza. Y esperamos.Pasamos la noche en vela pensando que en cualquier momento regresaría Celso. Pero no regresó. Al día siguiente llamaron los secuestradores para decirnos que el dinero reunido no era suficiente, que querían más, y nos comunicaron a Celso para que supiéramos que estaba vivo.La pesadilla continuó; las llamadas, la búsqueda de liquidez, las mentiras nuestras hacia los demás para ocultar la ausencia de Celso y proteger su vida; las noches esperando la llamada: “¡¿Cuánto llevas?!...¡No júntale más, eso no me sirve de nada. Apúrate pa’que te lo lleves en Navidad!”Unos días antes de Navidad hicimos el segundo pago. No nos comunicaron con Celso pero nos respondieron una pregunta que sólo el podía contestar, era la preciada “prueba de vida”.Como la vez anterior, el ahijado de mi papá fue quien hizo el pago siguiendo todas las instrucciones.Le dijeron a mi papá: “En media hora vas a ver a tu morro…”Pasamos la noche en vela. El siguiente día estuvimos esperando, mi primo y mi prima –que son como hermanos– se quedaron en la casa varias noches haciendo guardia, día y noche esperando a que llegara Celso.
Pero cada mañana era la desilusión de un día más sin ver a mi hermano regresar.Si sonaba el teléfono, si tocaban al timbre, todo ponía la casa en alerta. Pasó Navidad, pasó Año Nuevo y ni una palabra.Cada día la expectativa se tornaba en desilusión. Cada día el desaliento se apoderaba de todos. Cada quien llorábamos de miedo por nuestra cuenta, yo donde nadie me viera; mis padres abrazados, no nos mirábamos a los ojos, para no reconocer en el otro lo que estábamos pensando.La casa nunca se quedó sola en esas seis semanas, pensando que en cualquier momento mi hermano podía regresar. Nunca nos perdimos las noticias, todas las versiones, todos los días, todos los periódicos.Preguntamos en Semefo, en hospitales, en la Cruz Roja.Cada noche, en punto de las 20:00 horas, familiares y amigos, rezábamos por mi hermano dondequiera que estuviéramos.Después de seis semanas de silencio se reanudaron las llamadas, mucho más esporádicas que antes, pero menos agresivas. Decían cosas como: “A tu hijo le decimos El Chino”, “es muy buena onda”, “está muy deprimido, ¡apúrate pa’ que te lo lleves!”. Pero en cada ocasión mi papá les pidió prueba de vida y todas las veces se rehusaron a darla, al tiempo que decían cosas para tratar de convencerlo de que aún lo tenían.Cuando llegó la llamada de ayer, 1 de mayo, en la que pedían un tercer pago, todo se preparó de acuerdo con las instrucciones de los secuestradores. Nos pidieron hasta una cobija para Celso y una sudadera.Nos dijeron que prácticamente iba a ser un intercambio, que se saliera el muchacho que hace los pagos en carro y se parara en la parte más oscura y sola de la colonia Chapultepec California, en la segunda salida un poco antes del banco, y que cuando él estuviera ahí nos comunicarían a Celso.Mi papá les dijo que haría lo que le pidieran y que sólo le comunicaran a su hijo; pero se negaron. Pidió que entonces le hicieran una pregunta determinada, pero también se negaron.Continuaron las llamadas, fueron unas ocho veces más, insistiendo que querían el carro con el dinero donde lo habían pedido.
Todas las veces mi papá les dijo: “Aquí está el carro y el dinero listo, sólo quiero saber que mi hijo está vivo, y mi ahijado llegará a donde usted quiere en un minuto”.Pero todas las veces se negaron y luego comenzaron las amenazas: “Abraza a tu hija, porque es la última vez que la ves”, “si no me pones el dinero donde te dije, voy a ir a matar a toda tu familia, y te voy a dejar vivo para que sufras”.Desde que vimos que no nos querían dar la prueba de vida, supimos lo que había pasado. Ya nos lo habían explicado diferentes personas enteradas en estos temas varias veces: Si no te dan prueba de vida, quiere decir que ya mataron a la víctima, no hay razón para que ellos no den la prueba de vida si ya tienen todo listo para cobrar.Sabíamos que no podíamos poner en peligro al ahijado de mis papás y que no íbamos a recompensar a estas personas después de lo que habían hecho.

Además, ese mismo día nos dimos cuenta de que afuera de la casa rondaban dos autos grandes (después supimos que eran tres). Así que, después de la última llamada de esa noche, apagamos las luces y nos dispusimos a esperar.Veíamos afuera las luces de los dos autos que se movían hacia enfrente, hacia atrás, y nosotros nos mantuvimos vigilando.Al poco tiempo de haber apagado las luces escuchamos que alguien intentaba meterse a la casa. Pero no pudieron, y empezó la balacera. Nunca en mi vida pensé estar en esa situación, nunca.Mi papá nos defendió y nos salvó la vida, al igual que su ahijado. Entre los dos lograron repelerlos. A él, le estaremos por siempre agradecidos. Estas personas venían dispuestas a matarnos a todos; ni siquiera se habían tomado la molestia de taparse la cara. Después se fueron.Cuando la amenaza era inminente yo llamé a los militares, me hicieron un sinnúmero de preguntas y hasta escucharon los balazos. A la persona que respondió la llamada le hice asegurarme que mandarían a alguien inmediatamente, pero nadie llegó. Me comuniqué también a la Policía Municipal, pero sólo hasta que les dije que había un cuerpo afuera de la casa acudieron.A las pocas horas huimos de Tijuana, escoltados por la Policía Ministerial y con una maleta cada quien, dejando la vida, el trabajo, los amigos, nuestras cosas; absolutamente todo lo tuvimos que dejar atrás.Ahora, –lo queda de mi familia– viviremos como refugiados de casa en casa; con miedo a que nos vean o nos encuentren.
Y les pregunto a ustedes, secuestradores: ¡¿Por qué?!Mi familia es gente de trabajo. Todo lo que teníamos lo habíamos obtenido por nuestro trabajo de manera honesta. No hemos heredado, ni robado, ni nos sacamos la lotería. Mi papá llegó a Tijuana sin nada y todo lo hizo a base de esfuerzo y trabajo honesto durante 45 años. Mi mamá, médico general, miembro del Colegio Médico de Tijuana, ejerce desde hace más de 25 años por vocación, porque le gusta lo que hace; incluso, la mitad de las consultas que da ni siquiera las cobra. Entre ellos dos han pagado la escuela o la universidad a más de 20 jóvenes.Son muchos los que han contado con la ayuda económica, moral y de todo tipo que mis papás les han brindado. Nunca negaron la ayuda a nadie. Ellos no fueron de lujos ni de apariencias, siempre trabajaron por lo que tenían, y siempre estuvieron dispuestos a ayudar.Mi hermano tenía su propio negocio y yo me dedicaba a la construcción. Quien nos conoce sabe que somos gente honesta, gente de trabajo y gente buena. No es justo. No es justo.Sé que a mi hermano no me lo van a regresar, y ¡cómo le pones precio a una vida!, al amor de mis padres por su hijo. La maldad de los secuestradores deja a una huérfana de 4 años, que quedará marcada para siempre por sus actos; dejan una comunidad temblando.Somos humanos, sufrimos igual que ustedes, ninguna cantidad de dinero arrancada de esa forma les va a aprovechar, ¿cómo van a cambiar por beneficios para ustedes todo lo que nos hicieron sufrir?Cómo les explico que yo quería tener a mi hermano toda la vida, que recuerdo su sonrisa cuando era niño y tenía unos dientotes, cuando se ponía capa para volar, cuando estaba embobado viendo la tele.Cómo entenderán que siempre voy a extrañar el sonido de su risa y su voz haciendo bromas, y su mirada limpia, y cómo se quejaba igual que mi mamá, y se ponía serio de repente igual que mi papá.Cómo explicarles que yo hubiera hecho cualquier cosa por evitarles este dolor a mis papás, que ustedes no tienen derecho de destrozar nuestras vidas tan cuidadosamente construidas.
Mi hermano, un poco antes de que lo secuestraran, le dijo a mi papá que le proponía dejar el país y se fuera al extranjero, por tanta inseguridad.Después de todo lo sucedido el día de ayer, otra fuerte pérdida llegó, como consecuencia del gran impacto por la situación en la que estuvimos.Este escrito representa el dolor, la angustia, el coraje que sentimos. Es un grito desesperado por una respuesta, una explicación, una esperanza, por exigir nuestras garantías, las cuales nunca tuvimos al vivir este infierno que no le deseamos a nadie, más aún cuando no pudimos acudir a quienes se les paga por proteger y servir, por combatir y cuidar, por velar que la seguridad de la ciudadanía no corra riesgos; pero desgraciadamente son los que protegen y ayudan a los criminales a lograr sus cometidos.¿Hasta cuándo van a actuar? ¿Cuándo van a depurar a las distintas corporaciones municipales, estatales y federales de manera real y contundente?
¿Cuándo habrá verdaderas leyes que castiguen el delito de secuestro y el mal comportamiento de los elementos corruptos, y con penas que sirvan como ejemplo para que esto no se siga dando?¿Qué va a pasar con nuestro país, con su gente buena?, ¿cuándo vamos a dejar de vivir acobardados y empezaremos a luchar por un futuro mejor para los hijos de México?Yo amo a México y a Tijuana, es el lugar donde nací, es mi país, pero ya no se puede vivir aquí.
Adiós Tijuana.

Thursday, January 03, 2008

La ciudad

La ciudad

Constantino Cavafis

Dijiste: “Viajaré a otro lugar por nuevos mares,
una ciudad habrá mejor que ésta.
Está escrito que aquí
han de perderse todos mis esfuerzos
y mi difunto corazón se pudre bajo tierra.
¿Hasta cuándo sufrir este marasmo?
Vuelvo los ojos y en cada sitio encuentro
los trozos inservibles de mi vida,
el tiempo derrochado, el desastre, la pérdida.”

No hallarás nuevos mares, no verás otras tierras.
Esta ciudad ha de seguirte a todas partes. Recorrerás
mil veces cada calle, en los barrios de siempre te harás viejo,
junto a los muros carcomidos se cubrirá de canas tu cabello.
En la misma ciudad morirás cada día. No esperes
otras playas, no hay barco para ti, no hay rutas nuevas.
Si en un rincón del mundo malgastaste tu vida,
la ciudad y su ruina
te alcanzarán dondequiera.

Versión: Eduardo Hurtado